“Había una vez un pueblo en el corazón de América donde toda la vida parecía vivir en armonía con su entorno.”
Al inicio del mismo describe un ficticio pueblo rural, que vivía de manera respetuosa con su
ambiente y donde de pronto comenzó una maldición que llevó a la desaparición de la fauna y
flora silvestres, así como de la pérdida del bienestar de humanos y sus animales domésticos…
Esta maldición era la contaminación ambiental, en especial los plaguicidas, por lo que se
considera que este libro impulsó el inicio del movimiento ambientalista en los países
industrializados de aquel momento…
Más adelante, en historia del pueblo ficticio dice: “Había una extraña quietud.
Los pájaros, por ejemplo, ¿a dónde se habían ido? Mucha gente hablaba del ello, perplejos y
perturbados.”
Ahora acudimos a una nueva “primavera silenciosa”, pero esta vez no es la vida silvestre la que
calla, ella empieza a susurrar, somos los humanos, que por un momento detenemos esta inercia
demencial de consumo, crecimiento industrial y transformación de la naturaleza.
En la región de Valle de Bravo nos tocará ver qué sucede en esta situación inédita, tal vez la naturaleza nos muestre aquí, como en otras ciudades y regiones, su resistencia y capacidad de regeneración a pesar de nuestra agresión hacia ella.
Sin embargo, no basta con replegarnos; en
la región debido al deterioro de los bosques y el cambio climático, estamos ante la amenaza de
tener una de las temporadas de sequias más severas que hayamos conocido y por tanto, ante un
enorme riesgo de incendios… esto dentro de esta crisis general que estamos viviendo.
Busquemos que nuestro actuar nos lleve a alcanzar la conciencia necesaria para afrontar el reto y evitar que los demonios que nosotros mismos hemos desatado salgan a danzar con el crepitar de los bosques ardiendo.
Texto
José Antonio de la Cruz Hernández;
Fotografía
Juan Pablo Ortíz Tallavas; César Primero Huerta; Fernando Moreno Murillo; José Huberto Vertiz Lucio
Publicado
1 de abril de 2020